Somos una sociedad de consumo. Sabemos el tiempo que le dedicamos a ir de compras, el gasto que nos supone mensualmente, el espacio que nos ocupan los nuevos productos que adquirimos, pero ¿estamos al tanto del consumo energético que tenemos?
La energía es otro bien más que cada día producimos y gastamos como sociedad, pero al no ser un bien físico pocas veces nos planteamos cómo es en realidad su consumo.
¿Cómo consumimos la energía?
Ya sea para un uso cotidiano individual como el que todos tenemos en mente (la calefacción en nuestras casas, los electrodomésticos, etc.) o para poner en funcionamientos las fábricas, comercios e incluso nuestras calles, cada día se genera energía eléctrica en las centrales que la producen.
Esta energía no es almacenable, con lo que se va produciendo en función de la demanda que hay durante cada jornada. Por ejemplo, se produce más energía eléctrica por las mañanas y por la tarde/noche en invierno, mientras que en verano en las horas centrales del día. Estas son las llamadas horas punta, frente a las horas valle que son en las que menos energía consumimos y coinciden, lógicamente, con las horas nocturnas.
Nuestra sociedad demanda a cada instante electricidad
Durante las horas punta es más costoso producir energía eléctrica ya que, como hemos dicho, la electricidad no es una energía almacenable y por tanto todo el sistema tienen que ponerse a funcionar para atender las necesidades de esta franja reducida de horas. Aquí es cuando más CO2 emitimos.
Éste es uno de los motivos que deben animarnos a comenzar a plantearnos el progresivo cambio a las energías renovables. Éstas no tienen emisiones perjudiciales y su proyección es lograr dar con la clave del almacenamiento energético que nos permita acabar con la variabilidad en la generación energética.
Hasta entonces, como siempre decimos, hay muchas cosas que podemos hacer y que se resumen en un uso responsable de la energía que tenemos a nuestra disposición. Se trata de pequeños gestos cotidianos, que no solo harán que nuestro consumo energético como sociedad sea menos derrochardor y el planeta se vea beneficiado, sino que también hará que se beneficien nuestros bolsillos.