Ya hemos hablado de lo importante que es en el ahorro de tu factura tener una potencia contratada adecuada al consumo de los electrodomésticos. Pero ¿nos hemos detenido a ver su consumo?
¿Qué influye en el gasto energético?
En el consumo de los electrodomésticos intervienen dos factores: la potencia que el aparato necesita y el tiempo que lo estás usando. Por ejemplo, la tostadora necesita una potencia mucho mayor que el frigorífico, pero al estar menos tiempo en uso que éste, que está 24 horas encendido, su gasto es menor. Lo mismo puede ocurrir al encender el microondas, el secador o la vitrocerámica. Son aparatos que requieren de mayor energía que el frigorífico, pero se usan de forma puntual, frente al uso prolongado de la nevera. Este uso 24/7 repercutirá en un mayor gasto, y mucho mayor será si además el frigorífico no es un aparato de bajo consumo.
Y es que lo primero que debemos ver para saber cuánto gasta un electrodoméstico es la etiqueta de eficiencia energética que la Unión Europea ha impuesto en los últimos años. Esta etiqueta informa a los consumidores no solo del coste del producto al realizar la compra, sino del gasto que éste le supondrá a lo largo de su vida útil.
Los aparatos viejos que no incluyen esta información suelen ser poco eficientes y tener un gasto mayor de energía. Por ello, si queremos tener un ahorro real a medio/largo plazo en nuestra factura, lo ideal es, cuando haya que renovar los aparatos viejos por unos nuevos, comprar unos que sean de bajo consumo y, por tanto, gasten menos. Supone un desembolso inicial mayor, pero a la larga resulta más económico.
Según publicó el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) en un informe hace unos años, los frigoríficos, congeladores, lavadoras y lavavajillas suponen casi el 60% del gasto de los electrodomésticos. Es por ello que es una buena idea comprar un modelo eficiente si queremos reducir la factura de la luz.